AUG.·. y RESP.·. LOG.·. SIMB.·. 23 DE ENERO DE 1958 N° 1
A.·.L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·.

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QUE NO ES LA MASONERIA

 

     La masonería no es una religión, la institución alberga por igual a judíos, musulmanes, cristianos, católicos, cuáqueros, librepensadores o de cualquier otro credo, solo se exige al individuo admitir la existencia de un Ser Supremo, con la denominación que se le quiera dar.

 

      La masonería no es una religión, ni una secta, pues no tiene dogmas, carece de cuerpo doctrinal al cual se llegue a través de la fe. La masonería respeta todas las creencias. 

 

     No es una religión, pero trabajamos en un templo físico, donde llevamos a cabo nuestros rituales, para fabricar un templo simbólico, que es el templo de nuestra personalidad. 

 

     En masonería no se le rinde culto al diablo, tal como se acusó en numerosas ocasiones por algunos enemigos de la orden y de la humanidad. Un masón puede, de acuerdo con sus ideas, rendir culto a los principios religiosos en los que crea.

 

 

     En ese sentido, la antigua formula masónica de "Gran Arquitecto Del Universo" no debe ser entendido necesariamente como un dios personalizado, sino que simboliza la energía, armonía, fuerza de la vida u origen del universo que se desee. 

 

     En los rituales masónicos no hay nada de magia o de irracionalidad, tienen un significado básico que se explica a los iniciados y a partir de esa base cada uno enriquece o desarrolla las diferentes aplicaciones que desee.

 

 

     El trabajo masónico intenta provocar en sus participantes una toma de conciencia de los problemas y cuestiones que se plantean, en todos los órdenes del mundo.

 

     A continuación les pide honda reflexión acerca de lo que cada uno entiende como soluciones o conclusiones, tratando de verlas desde diferentes concepciones o puntos de vista. Se trata de fomentar el libre análisis y el desarrollo de la propia conciencia. 

 

     La masonería no pasa a una acción inmediata "salvo cuando se trata de una ayuda o acto de fraternidad concreto" sino que cada masón, aporta su progresivo enriquecimiento al medio en el que se desenvuelve. Por eso, el ritmo de trabajo masónico tiene unas pautas de reflexión y lentitud que facilitan el análisis y buscan causas profundas. 

 

     La masonería no es anticristiana, pues muchas iglesias de esa religión la apoyan y promueven, perteneciendo sus obispos y pastores a ella, de forma abierta. Tampoco cabe decir que la masonería sea anticatólica, toda vez que en su seno se respetan todas las creencias. Lo que sí ha ocurrido históricamente es el enfrentamiento de la iglesia católica con la masonería.

 

 

     La mayor virulencia se da en el siglo XIX, cuando los diferentes estados italianos se unifican en uno y El Papa ve amenazada su posición como rey de Roma; en ese momento la Santa Sede reacciona con dureza frente a todas las corrientes que directa o indirectamente, propugnen los ideales bajo los que se unifica Italia: estado liberal, sociedades patrióticas carbonarios, anilleros, librepensamiento, etc.

 

 

     Una de las condenas más duras contra la masonería, es la que la acusa de pretender la separación de la iglesia y el estado.

 

   Las calumnias a la masonería fueron conscientemente alimentadas con las obras del estafador Leo Taxil (que terminó reconociendo públicamente su impostura), en las que se hablan desde apariciones demoníacas hasta banquetes en los que se devoran niños. 

 

     Cualquier católico puede, desde el punto de vista de la masonería, ingresar en ella. Se le exige lo mismo que a las personas de otras creencias o ideologías: tolerancia, fraternidad y desarrollo continúo de si mismo en beneficio de los demás. 

 

     De lo dicho hasta ahora no cabe deducir que la masonería pretenda una vuelta atrás a doctrinas elaboradas en el siglo XVIII. El gran valor de la masonería radica en que cada masón, cada generación de masones, reelabora la continua y progresiva aplicación de los principios de Libertad, Igualdad Y Fraternidad, que no significan lo mismo en el siglo XVIII que en el XXI.

 

 

     Nada de cuanto es humano nos es ajeno, nada de cuanto es universo nos es ajeno, por estar el hombre inmerso en ese universo como parte consciente y valiosísima del mismo, capaz de comprender y ayudar a mantener la armonía del conjunto. 

 

     No somos retrógrados cuando tratamos de mantener y estudiar las raíces de nuestra tradición, pues no se puede pretender entender el presente ni construir el futuro ignorando los origines. 

 

     La masonería no es ocultista, es profundamente esotérica, en la medida que le dan los símbolos que estudia y los rituales que practica, pero también es profundamente racional y práctica en su desenvolvimiento y actividades y de acuerdo a los antiguos usos y costumbres, no niega ni pone reparos a ningún método moral para estudiar, investigar y encontrar la verdad. 

 

     La masonería no tiene un código dogmático, pero si enaltece y fomenta las buenas costumbres, de tal manera, que entre los requisitos para ingresar, además de admitir la existencia de un ser supremo, se exige al aspirante la ineludible condición de "SER UN HOMBRE LIBRE Y DE BUENAS COSTUMBRES". 

 

     No es una organización absorbente o que exige una disponibilidad de tiempo completo a sus miembros, las logias tienen una reunión semanal o quincenal y pueden haber actividades adicionales, alguna que otra vez al mes, pero el verdadero compromiso del masón no tiene horario, ni día de la semana, la dimensión del compromiso del masón alcanza para el resto de su vida.

 

 

     Constantemente debe tratar de ser el mejor esposo o esposa, el mejor padre o madre, el mejor hijo o hija, el mejor amigo o amiga, el mejor vecino o vecina, el mejor trabajador o trabajadora, el mejor conductor o conductora, el mejor jefe o jefa, el más dedicado o dedicada profesor o profesora, el más honesto o honesta comerciante, el más justo juez o jueza, etc. 

 

     No es una organización secreta, ya que nos ven entrar y salir constantemente de un edificio llamado templo masónico, que está en una vía pública en muchísimas ciudades de muchísimos países, la masonería solamente es discreta en cuanto a los modos de reconocimiento entre los hermanos, pero en cuanto a su filosofía, doctrina, código moral y su trabajo sobre el individuo y sobre su entorno, está en disposición de publicitarlo, el mejor ejemplo esta en el contenido de esta pagina Web. 

 

     Debe quedar claro que no somos una sociedad secreta, sino una sociedad discreta, con finalidades eminentemente morales, que posee ciertos secretos, no ocultamos nuestra membresía, nuestros templos están claramente identificados en sus fachadas y listados en los directorios de las ciudades en que existen, los masones usan emblemas y otros medios de reconocimiento a la vista de todos, no nos reunimos secretamente sino en nuestros templos, que están identificados con los símbolos de nuestra orden. 

 

     Las diferentes obediencias masónicas de nuestro país se hallan legalizadas. Esto es así porque son conocidos nuestros principios, estatutos y objetivos.

 

 

     En lo que si se mantiene el secreto es en los rituales y formas de trabajar. El significado de este secreto, que por otra parte se encuentra publicado en numerosos libros de acceso a cualquiera, es el símbolo de que la obra de transformación y perfeccionamiento humano debe ser llevado a cabo en el interior, en la reflexión y conciencia.

 

 

     Por otra parte también son "secretas" las reuniones de consejos de administración de empresas, de órganos de dirección de partidos políticos, etc. Que después de sus reuniones estas entidades celebren ruedas de prensa no significa que se cuente efectivamente todo lo ocurrido y planeado. 

 

     Ningún masón está obligado a guardar secreto de su pertenencia a la masonería, pero tampoco está obligado a reconocerlo si es interpelado, pudiendo negarlo si así lo estima conveniente o lo prefiere. Lo que no debe hacer ningún masón es contestar a decir si otra persona lo es, por respeto a la libre decisión de cada uno a afirmarlo o desmentirlo. 

 

     La masonería no exige a sus miembros el pertenecer a ninguna denominación o confesión religiosa, el ser miembro de alguna iglesia o religión no es obstáculo para ser admitido en sus filas, no existe ninguna contravención que impida el ingreso a un católico romano, cristiano, judío, musulmán, budista, mormón, protestante o miembro de cualquier organización religiosa, mientras manifieste su creencia en un ser supremo. 

 

     Tampoco hay limitación por raza u origen étnico, ni por convicciones políticas, las discusiones sectarias sobre religión, raza o política están prohibidas en las logias, los individuos son libres de involucrarse en actividades políticas o religiosas, siempre que no las lleven al interior de esta, la masonería invita a sus miembros a ser activos en su religión y en los asuntos políticos de sus comunidad. 

 

     La masonería no pretende sustituir a otros grupos (partidos políticos, sindicatos, asociaciones de todo tipo), que cumplen su misión y entendemos necesarias para la vida colectiva. En ningún caso se produce una antítesis, siendo plenamente complementarias unas con otras.

 

 

     Si acaso, suele ser bastante enriquecedor para el masón el poder aportar visiones más globales o aspectos distintos en una cuestión, al llevar adelante su papel en partidos, sindicatos o asociaciones. 

 

     Otro punto que debe aclararse es la cuestión vertida sobre nosotros de ostentar un poder secreto mediante la mutua ayuda entre masones.

 

 

 

     En primer lugar, conviene señalar que el deber de todo masón a prestar ayuda y solidaridad a todos los demás y no solo a los demás masones.

 

 

     Si con éstos le une un especial vínculo de fraternidad, que da al trabajar en el mismo sentido y con los mismos objetivos, ese vínculo debe tener un límite en el sentido de justicia y equidad.

 

 

     Ningún masón está obligado a prestar una ayuda que en su conciencia, suponga una injusticia o un favoritismo. Por lo tanto, dependerá de su sentido de justicia y éste debe ser muy alto en alguien que se dice francmasón. 

 

     Otra cuestión que debe ser aclarada es que nadie está obligado, en masonería, a dar ayuda si con ello se priva de lo que es necesario para si y su familia. Recordamos que nadie puede dar si previamente no tiene, tanto en el sentido espiritual como en el material. 

 

     La masonería no es elitista. Entre nosotros se cuentan personas de diferentes procedencias, niveles, formación y profesión. Partimos de la base de la radical igualdad de todos los seres humanos de su múltiple variedad que nos enriquece y equilibra.

 

     El elitismo social está proscrito en masonería, y ello se muestra incluso a nivel simbólico en determinadas ceremonias, recordando la igualdad de todos los francmasones, aún ostentando diferentes grados. 

 

     En masonería no deben juzgarse las opiniones, que son libres, sino las actitudes: éstas deben ser abiertas, carentes (en lo posible) de prejuicios, fruto de una reflexión y una intuición propias.

 

     Debe abordarse la vida buscando lo que une antes de lo que separa, y saber manifestar las diferencias con sinceridad para con uno mismo y con respecto a los demás.

 

 

     Esto no significa que el masón no defiende sus ideas y creencias, ya que en ese caso no sería coherente consigo mismo, sino que esa defensa debe ser realizada de forma abierta, tolerante y fraternal, huyendo de la concepción de ser el único portador de la verdad absoluta. 

 

     Buscamos el progreso del universo y el progreso de la humanidad inserta en él y llamamos a ese progreso luz, entendiéndolo no solo en el sentido material "importante y presente en nuestras preocupaciones" sino también en el sentido espiritual, moral o filosófico.

 



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